domingo, 11 de noviembre de 2012

Tus pechos.

Eran tiempos extraños, como ahora, y tristes, pero no tanto como hoy en día. Yo no tenía solución, y me pasé meses divagando y buscando otros culos, pero ninguno me satisfizo. Yo te mentía, tú me creías, en fin... Mis embustes pasaron a ser falacias y después se convirtieron en bonitos cuentos de princesas y príncipes, pero no eran más que farsas que yo mismo creía. Mis genitales mentían a mi cerebro, para crear una falsa sensación de amor, y ello desembocó en meses de depresión para ambos. Lo sé, no valgo mucho más que la tierra árida que piso cada día, ni más que lo que excreto. Por eso sé que merezco toda la mierda que me echen, porque contigo demostré ser lo más despreciable del cosmos. Y no te pido perdón, porque no lo tiene.

No hay comentarios:

Publicar un comentario