lunes, 19 de noviembre de 2018

Al verte las flores lloran y en tu reflejo yo mismo lloro también, no esperes demasiado, no te acomodes mucho, mi tiempo está llegando. Y tú te vas a quedar esperando, y vas a ver lo que hace uno que llega alto, y vas a tener que arrepentirte de no haberme respetao como respeto yo a la mare mía. Descalzos corren los niños sobre los adoquines de la plaza, el agua clara de la fuente limpia sus pies de porcelana porque todavía tienen un futuro incierto. No te confíes tú que yo ya voy en camino, a lomos de mi caballo hablé con las estrellas, yo estiré mi brazo para hacerte compañero y no quisiste, no quisiste. La buenaventura es para hombres buenos, no pidas ayuda a Dios si de él intentaste renegar si fuiste el motivo por el que otro le pidiera también ayuda, cruz y castigo lleva a su espalda el que siente pero nunca habla. Y un mantel bordao de lana blanca reposa sobre una mesa y sobre ella también un cenicero, llenito de cáncer y esperanzas aguardando a ver cual de los dos se manifiesta primero.

Por piedad di mi nombre con gracia y entona un cante, que yo siempre me sentí príncipe heredero y nómada en la escasez y en la abundancia que esta tierra otorga.

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