Hay un gatito muy lindo que se ha acostumbrado a entrar en casa, y pasa el tiempo con nosotros y le damos de comer y duerme conmigo todas las noches. Pero no le gusta que le toquen, no le gusta que le abracen, no le gusta que le mimen. Sólo quiere recibir amor cuando quiere amor y nunca da amor. Y uno de esos días que vine del trabajo lo abracé con cariño y besé su pequeña cara y me atacó, y suele atacar a la gente, y me suele atacar a mí sin motivo alguno. Sus dientes y sus uñas se clavan en mi carne y se siente como un doloroso recuerdo del pasado.
Yo quiero mucho a ese gatito, pero me toca mucho las pelotas que sea tan violento, pero supongo que no le puedo culpar, él sabe lo que es vivir en la calle y yo no tengo ni idea de lo que es pasar hambre. Así que el otro día, cuando me atacó mientras yo dormía agarré su pequeño cuellecito bien fuerte por la nuca y le miré a los ojos, y entonces entendió que podía acabar con su vida.
A veces siento que nos parecemos muchísimo, por eso tenemos una relación ambigua, por eso no terminamos de entendernos. A veces siento que soy como ese gato y que algún día alguien va a agarrar mi pequeño cuellecito y va a acabar con mi vida.
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