viernes, 31 de marzo de 2023

Depressive chatGPT

—¿Por qué se obceca todo el mundo en convencerme de que no me suicide?

—Porque la gente que te quiere no desea que te quites la vida.

—Ah, entonces mi sufrimiento no importa, tengo que seguir sufriendo indefinidamente sólo para ahorrar dolor a la gente que me quiere. ¿Y qué hay de mi dolor?, ¿se ha parado a pensar la gente que me quiere que tal vez tengo derecho a elegir sobre mi destino?

—Pero Manuel, tú idealizas el suicidio como una manera de acabar con tu tormento.

—Es que eso es precisamente lo único que ambiciono, acabar con él.

—Pero, ¿y si hubiera otras maneras de lograrlo?

—Entonces pecaré de impaciente.

—Esa es una actitud muy egoísta e ignorante.

—¿Por qué?

—Porque no piensas en las repercusiones que generarás a terceros.

—Esos terceros son los egoístas que sólo se preocupan por su propio bienestar cuando me exigen y me hacen prometer que no voy a matarme. Yo pienso que cualquiera tiene derecho a la autodeterminación y a la ignorancia por encima de todo. Si actúo con ignorancia es lícito que las personas de mi alrededor intenten convencerme de que estoy obrando mal, pero no tienen ningún derecho a chantajearme emocionalmente de esa manera. ¿Se supone que tengo que extender esta agonía para que los demás no sufran? Yo ya estoy sufriendo más de lo que jamás podré expresar, sencillamente más dolor no tiene sentido.

—Creo que no estás pensando con claridad.

—Obvio.

—Tal vez deberíamos cambiar la medicación.

—¿Eso es todo lo que la psiquiatría puede hacer por mí? Más pastillas. Ya soy un puto adicto, ¿entiende? Si no tomo mi dosis me duelen los músculos y las articulaciones, padezco migrañas muy jodidas y me convierto en un gilipollas.

—Claro, es el síndrome de abstinencia.

—Es decir, que el sistema sanitario y las farmacéuticas no invierten en terapias alternativas o medicamentos naturales porque eso no les renta. Lógico, si hay empresas que hacen dinero curando enfermedades, ¿a fin de cuentas por qué iban de verdad a querer curar a nadie?, perderían a todos sus clientes. Es muchísimo mejor generar adictos a sustancias que sólo sirven para mantenerte en un frágil equilibrio. Le diré algo, llevo años viviendo con una dependencia bestial a las pastillas, y usted, aunque me parece una gran profesional, sólo hace darme más y más ansiolíticos, más y más antidepresivos, hasta el punto que mi dosis diaria actual haría desmayarse a cualquiera que no esté acostumbrado a dichas sustancias.

—Bueno, Manuel, el mundo es como es y está claro que el sistema está equivocado en muchas cosas, pero centrándote en eso nunca te recuperarás.

—Pero tomando pastillas sí.

—No necesariamente, la voluntad del paciente es lo único indispensable.

—Mire, al principio toleré tomar pastillas porque me di cuenta de que era la única manera de mantenerme con vida, ahora ya ni siquiera me importa si vivo o muero y la medicación no me hace ni cosquillas, pero usted ya no puede recetarme nada más porque no sé, creo que lo siguiente que nos queda por probar es la morfina o el opio.

—Sí, sería muy peligroso suministrarte otro tipo de medicación más fuerte.

—Me voy a morir, doctora.

—No conviertas en palabras tan duras esa clase de pensamientos, no utilices el poder de la semántica en tu contra.

—Si aún no me he matado es por miedo, ¿sabe? Le juro que le tengo el mismo apego a la vida que a viajar en avión, puede ser divertido si se enfoca desde la perspectiva idónea, pero me da igual si no lo experimento de nuevo. Mi preocupación es lo que viene después, ya sabe que soy espiritual, según mi modo de ver la existencia suicidarme únicamente serviría para volver a nacer y enfrentar retos similares una y otra vez hasta que los supere.

—Entonces tú mismo estás admitiendo que el suicidio es el camino fácil, y siempre dices que no te gusta el camino fácil.

—Una vez Shiva se apareció a uno de los hombres santos más ascetas de La India, el cual permanecía en postura de flor de loto mientras meditaba bajo un árbol inmenso. Entonces el dios se acercó a él y le dijo que si quería encontrar la salvación de su alma tendría que vivir tantas vidas en el ascetismo más absoluto como hojas tiene el árbol bajo el que meditaba. De pronto el sabio se levantó y empezó a dar saltos de alegría llorando de felicidad, porque la eternidad no es nada comparada con un millón de vidas.

—¿Qué quieres decir con esa historia?

—Que el tiempo y la energía que he gastado en esta vida no son más que un grano de arena, y que ni la vida ni la muerte son tan relevantes.

—¿Crees que esa filosofía del desapego te hace bien?

—¿En qué sentido?

—En un sentido mental y anímico.

—Pues no, es un shock muy poderoso.

—¿Entonces por qué te empeñas en seguir con esa actitud?

—Porque tengo que comprender los misterios de la existencia.

—¿Por qué?

—No lo sé. Siempre fue así.

—¿Qué otras cosas han sido siempre así?

—Desde pequeño he tenido pensamientos intrusivos y comportamientos obsesivos. Cuando tenía nueve o diez años ya tenía pensamientos relacionados con el suicidio.

—No me lo habías comentado. ¿Lo has recordado recientemente?

—No, nunca lo olvidé pero tampoco lo he pensado demasiado en los último quince años. Recuerdo estar tumbado en el sofá con mi madre viendo la televisión antes de ir a dormir. Todas las noches yo me asomaba por el balcón de casa y me preguntaba qué era lo que me impulsaba a sentir esa necesidad de saltar. Sigo sin saber el motivo, pero sé que esa sensación nunca se fue, simplemente permaneció callada.

—¿Le has contado alguna vez esto a alguien?

—Obvio que no.

—¿Por qué?

—Casi no se lo cuento a usted por miedo a que me encierre en un psiquiátrico. ¿Cómo quiere que le diga algo así a la gente que está cerca de mí? La mayoría ni siquiera sabe que estoy al borde de la muerte. Además, estoy harto de generar lástima y misericordia a mi alrededor, y la gente también está harta. No les culpo por otro lado.

—¿Sientes que la gente te rechaza por tu estado actual?

—No, la gente a la que amo y que sabe de mi estado han hecho todo lo que han podido por soportarme, estoy seguro. Tan seguro como que, al igual que yo, ellos también tienen un límite que yo he alcanzado en ocasiones. Las personas se cansan de tragar mierda ajena, eso es todo, es comprensible.

—Manuel, me temo que nos estamos quedando sin tiempo.

—Está bien, Solagne, está bien. Muchísimas gracias por todo y nos vemos dentro de tres meses.

—La próxima cita es dentro de dos meses y medio.

—Tanto da. Hasta luego.

—Adiós, Manuel.


Jack DeJohnette's Directions ‎– Cosmic Chicken (Full Album)

No hay comentarios:

Publicar un comentario