martes, 4 de abril de 2023

Cosas de críos

A veces se me viene a la mente el recuerdo de un acontecimiento memorable que ocurrió cuando yo era muy pequeño, durante una temporada que vino una profesora nueva llamada Noelia para sustituir a nuestra tutora porque estaba de baja. A nadie en clase le gustaba Noelia, probablemente recuerdo su nombre después de tantos años porque realmente me molestaba su desprecio hacia mí y hacia el resto de compañeros. Había (y hay) muchísimos profesores así, gente amargada que se dedica a echar mierda sobre niños de cinco años al igual que un jefe putea a un subordinado con o sin razón. Formábamos un eslabón más de una cadena de odio que recorría el mundo entero y probablemente también el Universo. Resulta que a las pocas semanas Noelia comienza progresivamente a perder interés en nosotros, no nos da trabajo que hacer y cada vez sus respuestas a nuestras preguntas resultan más vagas e indefinidas, sentía y demostraba un asco apático hacia todo su entorno. Lógicamente era una persona desencantada con la vida, pero tan críos como éramos, ninguno de nosotros podía llegar a imaginar que a alguien le pueda llegar a disgustar el hecho de estar vivo.


Un día Noelia viene a clase, tarde, muy tarde; otra profesora tuvo que atendernos mientras esperábamos. Cuando llega se deja caer sobre su silla, suspira y lanza su bolso sobre la mesa como quien descarga un peso muerto. Jamás olvidaré ese sonido seco, significaba algo muy importante que no comprendía. Como niños, nosotros no hacemos más que incordiar, chillamos, jugamos, nos metemos los unos con los otros... pero Noelia ya no nos increpa ni nos desprecia, tan sólo nos ignora, aunque su cara seguía manifestando su clásica repulsa. Lentamente se va encorvando, perdiendo energías a cada exhalación, desinflándose mientras soportaba el peso de su cabeza sobre las palmas de sus manos. Su mirada se perdió en tinieblas y finalmente se dejó caer sobre la mesa, después de un rato a todos nos causó curiosidad, algunos niños se acercaron a ella y la llamaron y la tocaron pero Noelia no respondía. Ahora yacía todavía sentada en su silla pero con su tronco superior tumbado sobre la mesa. Tras unos minutos volvimos a sentir desinterés, no sabíamos qué ocurría o qué hacer al respecto. A alguien se le ocurrió salir al patio porque, en fin, Noelia estaba sin batería. Fue un gozo para nosotros no reparar más que en nuestro propio entretenimiento, todos nos mostramos indiferentes frente a lo que fuese que estaba afligiendo a nuestra profesora. Jugamos y nos divertimos como nunca, deleitándonos y regocijándonos en ese extraordinario momento de fortuita libertad que sabíamos que sería irrepetible y excepcional.


Al rato algunos niños hablaron con unos profesores que se acercaron para preguntar qué hacíamos en el patio, un rato más tarde una ambulancia llegó al colegio y sacaron del edificio un cuerpo rígido que permanecía tendido sobre una camilla empujada por unos hombres vestidos de blanco. Algún maestro acabó con nuestro placer y nos hizo entrar de vuelta a una de las aulas en las que terminamos la jornada estudiantil. Cuando nos resignamos a retornar a las aulas, de manera espontánea, empezamos a cantar a viva voz ¡LI-BER-TAD! ¡LI-BER-TAD!, los maestros y maestras no sabían qué hacer salvo tratar de gritar más que nosotros y amenazarnos. Funcionó. Al día siguiente Noelia no volvió, nunca más volvió. Tal vez se equivocó de profesión, o de vida.


The Mars Volta - De-Loused In The Comatorium (Full Album)

No hay comentarios:

Publicar un comentario