Que me dijeras que has aprendido cosas de mí fue un último presente muy digno de una despedida tan forzosa. No podía dejarte ir sin hacerte ver todo lo que agradezco el empeño que has dedicado en mí, no podía cometer el mismo error, así que di media vuelta aún sabiendo que tal vez iba hacer el ridículo; gracias a ese esfuerzo he dejado tu recuerdo en buen lugar. Con frecuencia muchas de las cosas que se aprenden no cobran primer plano hasta mucho tiempo después, es cierto. Gracias.
Te voy a echar de menos, ya nos veremos por los bares.
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