miércoles, 24 de mayo de 2017

El horror

Terminé el cigarro y volví al sobre, me acurruqué entre sus cálidos brazos bajos las sábanas, miré sus ojos cerrados. Yo no quería dormir.

Se estaba bien ahí, en la penumbra, tranquilo, acompañado pero solo. Era un buen sitio para pensar. Pensé en la tercera guerra mundial, pensé en la pena, pensé en la soledad, la soledad que aquella noche me hacía actuar. Sentí lástima de mí, de todos, obligados a comerciar con lo mejor de nosotros mismos por un poco de cariño. Trágico el tener que aprender a tolerar a las personas porque en ellas encontramos cosas que faltan en nuestro interior, pero lo trágico no es aprender, sino hacerlo únicamente por ese beneficio. Una maldita espiral que nunca acaba. A la mierda, no me interesan los humanos, me dije, puedo desprenderme de ellos.

Había una habitación justo frente a la nuestra, por el hueco de la puerta se veía el interior, era todo oscuridad. Nada de luz entraba y nada de luz salía. Nunca me había metido ahí, no sabía lo que había dentro.

Me desenredé de sus extremidades, salí de la cama y me dirigí a la oscuridad. Cuando entré me sumergí en la negrura, no veía nada a pesar de que no era lógico pensar que ni un ápice de luz podía reflectar en ningún objeto del interior. Di varios pasos hacia adentro y sentí pánico, al girarme la salida había desaparecido, en su lugar sólo oscuridad. Di vueltas y vueltas sobre mí mismo, me desorienté completamente. Corrí hacia donde pensaba que se encontraba la salida, pero no había nada que yo pudiera ver, sólo un espacio amplio y negro.

De pronto dejé de notar el suelo y caí en picado, me mantuve así durante minutos hasta que de alguna manera dejé de sentir presión en mi pecho, ya no era atraído por la gravedad ni estaba cayendo hacia ninguna parte, sino que me estaba moviendo hacia el frente. Comencé a vislumbrar una luz, recé porque lo fuera. (Una esperanza, eso es lo único que hacía falta). Primero era un pequeño destello como una diminuta mancha blanca difuminada, rápidamente empezó a hacerse más grande y pude diferenciar nuevas luces que antes estaban demasiado juntas para diferenciarlas individualmente. Algunas formaban estructuras extrañas, giraban y chocaban entre sí. Estuve dentro de toda aquella masa, las luces pronto lo inundaron todo, yo pasaba a toda velocidad muy lejos de ellas. De alguna manera cada vez más velozmente las veía pasar a mi lado de modo que se alargaban y se deformaban.

Frené en seco frente a una gran nebulosa, tal vez estaba a millones de kilómetros de distancia pero podía verla frente a mí. El gas y las pequeñas partículas sólidas empezaron a atraerse mutuamente que formaban grandes aglomeraciones que se hacían grandes y chocaban dando lugar a increíbles e inimaginables explosiones. Una de las acumulaciones logró sobrevivir a los impactos, siendo así la única gran fuente de atracción gravitacional que absorbió la mayor parte de la materia convirtiéndose de algún modo en una estrella. Otros cúmulos de materia sólida y gases empezaron a mezclarse y a rotar a su alrededor, así se generaron planetas y satélites, que a su vez se destruían o crecían conforme tragaban más cuerpos celestes. En uno de ellos surgió vida, y durante los eones yo vi esa vida nacer y autodestruirse una y otra vez. Vi enormes civilizaciones poblar el mundo entero dejando su legado escrito en la tierra. Contemplé megaconstrucciones edificadas con el poder de la mente, observé a los dioses otorgar a los humanos el don de la inteligencia y el amor, los vi irse también. Y durante milenios el hombre vagó por su trozo de roca flotante buscándose a sí mismo e inventando nuevos motivos para matar y morir, engañándose, ocultando la verdad.

A partir de entonces todo fue oscuridad, la humanidad destruyó la naturaleza y destruyó toda la civilización, y nada había más trágico que eso. Después de eso desaparecimos completamente.

No pasó demasiado tiempo hasta que la naturaleza volvió a tomar el control y se sanó a sí misma del daño que produjo la raza humana. Al fin y al cabo sólo nos matamos a nosotros mismos, para el planeta no fuimos más que un parpadeo. Después El Sol explotó tragándose algunos planetas durante el proceso. Así ocurrió progresivamente de una u otra manera en todos los sistemas estelares, las estrellas que les daban cuerda explotaban, se apagaban o colapsaban generando agujeros negros. Todas las galaxias que giraban alrededor de sus propios agujeros negros súper masivos fueron absorbidas por ellos, y el universo se convirtió en un infinito vacío apagado y frío del que sentir horror, hasta que la fuerza de la gravedad fue mayor que la fuerza del universo en expansión y este se contrajo hasta de nuevo no ser más que un ínfimo punto ridículamente enano en medio de la más absoluta nada.

Yo permanecí en algún punto incompresible perdido en una capa distorsionada de una realidad que aún no había sido creada, antes del tiempo, antes de cualquier cosa. Sentí la soledad, una soledad más terrorífica que la que sentí rodeado de personas. Quise estar con ellas, quise amarlas y quererlas para no sufrir jamás esa sensación una vez más.

***

Me desperté en el suelo. La baba se me caía creando un surco a través de mi mejilla. Estaba vivo.

Estaba en la habitación oscura, ahora ligeramente iluminada. Había muebles dentro, una ventana, todo aparentemente normal. Me levanté, salí de la habitación y me fumé un cigarro pensando en ello. Lo terminé y regresé a la cama entre sus brazos, abracé su cuerpo bien fuerte para sentir su calor y enterré mi cara en su pelo.

—¿Adónde has ido, nene?

—No estoy seguro. Estoy asustado.

—¿Estás asustado?

—Sí. Por favor, no te vayas nunca.

—Tranquilo. Estoy aquí.

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