lunes, 8 de mayo de 2017

Un lugar por el que sentir melancolía

Hay una anciana mujer que me habla en su dialecto extraño y yo no entiendo un carajo, "io no parlo italiano, señora", le digo, pero ella no para de hablar. Hay también un bosque denso y verde que lo rodea todo, lo contemplo por la mañana y me calma el alma, hay montañas muy grandes y en lo alto de una de ellas una cruz enorme, y dentro del pueblo callejuelas extrañas llenas de arte y perros y gatos viviendo sin dueño que se dejan acariciar y lucen enfermos y deteriorados. Hay vino por las noches, mucho vino, también mujeres hermosas y marihuana muy cara, y me hace sentirme un borracho consumado mientras me veo dando tumbos de un lado a otro con mi botella en la mano entre risas y cigarros, compartiendo momentos con personas increíbles que duramente volveré a ver. Y sienta tan bien ser uno mismo en un sitio distinto, y sienta tan bien sentirse sobrepasado por las circunstancias y sacrificar cosas para superarlas.

Por las noches a veces antes de dormir fumo en el balcón en buena compañía, el bosque se convierte en un vacío negro infinito solamente interrumpido por las luces del cielo. Este es un lugar bello, es un lugar en el que estar.

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