martes, 17 de abril de 2018

El viento que mueve las hojas

Intento nunca estar quieto y permanecer siempre en movimiento. Pero no quiero ser una hoja, no quiero ser movido por el viento, tengo mis propias inquietudes. Así un día me golpeó la realidad, mantenerse estático es la muerte porque el alma es por naturaleza curiosa y activa, también lo es la mente aunque de un modo generalmente perverso. Busco la inspiración en el agua podrida de los riachuelos o en la sangre de una herida, escarbo en los desperdicios de los que nadie se quiere hacer cargo. Yo soy un poeta maldito tan maldito que a nadie le importaría que no fuese poeta, por eso empecé a serlo, era tan fácil.

Contemplo el cielo casi infinito y los aviones que lo surcan, y pienso, uno de esos será el que pronto me lleve bien lejos de una vez por todas. Trabajo duro día a día, desde afuera pareciera que estoy tranquilo y no doy palo al agua, pero por dentro lucho conmigo y contra mí mismo por ser un poco mejor. No es tan raro, a cualquiera podría pasarle lo mismo.

Me gustaría juzgar menos, los insultos, las patadas, la ignorancia... Me gustaría ver a alguien destrozarse la vida como un gilipollas y considerar que está en su derecho de autodestruirse. Cada cual tiene su vida, su etapa, su rol, su cruz. A veces me gustaría ser menos determinante y otras serlo mucho más. Me gustaría ser como el viento que mueve las hojas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario