martes, 24 de abril de 2018

Pobre de mí, iluso pretencioso que se alimenta de la energía. Pobre de mí, soñador que piensa en tu lencería devorada por las polillas. Pobre de todos los demás, que no sienten lo que yo siento. Pobre de ellos, que no tienen tan claro como yo que van a ser felices tarde o temprano. Es un pensamiento, una sensación, una premonición que no necesita pruebas o testigos, para ser cumplida una mirada es más que suficiente. Sobre un sucio sofá o en un aparcamiento subterráneo, siempre llega ese momento en el que algo te hace claudicar y entregar todas las armas, regalar tu alma a quien la quiera, darlo todo sin ni siquiera esperar un abrazo, pero algunas personas siempre abrazan.

Voy a llenar tu balcón de rosas rojas con espinas, jugaré a la lotería marcando números al azar tratando de acertar el tuyo. Voy a vaciar los lagos y los mares y las piscinas y voy a colocar el agua arriba colgando de las nubes como sábanas blancas que se despiden del rocío, compondré un fandango, inventaré el arpegio perfecto para cada momento. Voy a ser el poeta que transcriba tu muerte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario