sábado, 26 de mayo de 2018

the perfect soul into the perfect body

Momentos ya vividos de un pasado infinito que como gotas caen sobre un lago y en su superficie dibujan ondas que perduran para siempre. Parecido a un sol resplandeciente cuya visión ciega mis sentidos imperfectos y perecederos, una luz que no puedo dejar de observar ya que el brillo que desprende es el reflejo de todo lo que custodia adentro. De ese carburante primigenio todos conservamos un poco en nuestras almas, algunas se olvidan de él con el paso del tiempo y los diferentes roles que encarnan en múltiples vidas.


Escojo palabras, grabo mis ideas, las transformo de mono a estéreo, digitalizo mis pensamientos y los convierto en ondas de sonido y píxeles. Mente y cuerpo están demasiado restringidos y condicionados por sí mismos y su entorno para ser capaces de entender, el alma sin embargo es ilimitada en cuanto a conocimiento y comprensión, la conciencia es el nexo que une ambas partes. Un alma sana necesita de otra alma sana, para reproducirse y entenderse a sí misma, dejar un legado es fácil y no lo es tanto dejar uno que sea provechoso. También depende de su cuerpo y su mente y de cuán grande su voluntad se trate para encarar contradicciones interiores y problemas externos. Toda vida se basa en la búsqueda de piezas que encajen con la forma de la suya.

Hay una infinita red neuronal a la que accedo por las noches cuando creo que estoy durmiendo, deambulo por allá y no siempre veo cosas o aprendo algo, a veces me conformo con darme cuenta de que estoy ahí, manteniendo el equilibrio sobre la delgada línea que separa la curiosidad de la demencia. Hay un océano sin fin de información incuantificable e intangible al que todos accedemos y no nos percatamos, descargamos y guardamos datos, depositamos nuestros sueños y vivimos a duras penas.

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