miércoles, 13 de julio de 2011

Me estás suicidando.

Agotado de un largo y caluroso día, regreso a mi casa pisoteando mis ilusiones y mi felpudo. Ahogado por la traición que han tomado por tradición de mis más cercanos, que no es de extrañar a estas alturas. De lo único de lo que tengo ganas es de deleitarme con música, cojo mi instrumento y me dirijo a mi habitación evadiéndome de las exigencias provenientes de las estúpidas cuestiones de mis progenitores. Mi guitarra me echaba de menos, así que como me prometí horas antes, tocaría hasta hartarme. Rasgando las cuerdas vigorosamente me percato de algo, ¡sangre!, me he lastimado un capilar de mi piel tocando, hacía tanto que no me autolesionaba... sé que no transcurrirá mucho hasta que lo haga de nuevo. Pensé que todo se había acabado hasta mañana, pero no es así, la noche desgraciadamente es muy larga y voy a pasarla entera despierto.

Dime ahora que me tienes que me quieres.

No hay comentarios:

Publicar un comentario