viernes, 3 de abril de 2015

Apago cigarrillos en ceniceros de hierro frío, donde yo también me apago y me enciendo.

Las drogas me duermen o me mantienen despierto, dependiendo de si en ciertos momentos las personas me aburren o me divierten. Payasos a mi izquierda, yonquis a mi derecha, y yo sigo encerrado en el medio en un lugar sin espacio ni tiempo huyendo tal vez de perros de tíndalos. Una vez unificado todo poder y salvaguardados todos los peligros externos el hombre inventó nuevas cadenas porque sin hazañas no podía vivir, así crearon el amor, la cultura o la generosidad. Siempre pensé que la felicidad es para mediocres que no miran más allá, que todo aquello que nos hace dichosos nos aparta de nuestro real cometido, al menos del mío. Por eso, aunque poseyera todo lo que deseara y alcanzara todo lo que necesito siempre querría más, para sentirme poseído por lo que aún no he adquirido más que por lo que ya tengo en mis manos. 

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