martes, 1 de agosto de 2023

Querría estar contigo, pasar las horas muertas contigo, divagar contigo, reír contigo, tomar café contigo, pasear contigo, dormir contigo, soñar contigo. Cualquier deseo pasado queda ahora eclipsado por la necesidad de tenerte entre mis brazos, acariciar tu pelo y oír el timbre de tu voz. Todos mis miedos existenciales, el rencor a esta sociedad enferma, las dudas sobre la propia vida y el ser se sienten resueltas o carentes de importancia cuando pienso en ti, como si fueses la solución a todas ellas.

Y pensarte es tan hermoso como contemplar el cauce de un río de aguas transparentes, pero no estar cerca de ti es desolador como no sentir el suelo bajo mis pies. No puedo soltar esta bella flor por mucho que las espinas de su tallo me hagan sangrar, esta ilusión, esta idea, la posibilidad de encontrar las puertas del cielo merece cualquier sufrimiento, cualquier dolor. Prefiero seguir observando el cielo pensando que ves las mismas estrellas que yo, que habitamos el mismo lugar y que no hay tantas cosas que nos separan. Prefiero pensar que el futuro aguarda a ser moldeado por nosotros mismos y que no existen palabras prohibidas para nuestro amor. Todo podría ser posible, todo depende de la voluntad.

Así sueño despierto, transporto mi pensamiento allá donde brille tu sonrisa y en la dirección a la que apunten tus ojos, para así sentir que nos miramos y que nuestras ondas cerebrales coinciden en amplitud y frecuencia. Me pregunto dónde acaba porque no encuentro horizonte, me pregunto si puede ser considerado locura sentirte tan profundo, tan dentro de mí. No puedo rechazar este sentimiento, sería como negar mi propia sombra.


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