viernes, 1 de marzo de 2013

Las drogas perduran a las modas.

Tragando mi reflejo en los cristales de la línea 26, esperanza y hechos que espero. Lo peor de la ignorancia es que siempre se cree que se vive lejos de ella pero nunca se sabe lo cerca que se está hasta que ella se aleja un poco más. Lo sé, a la madrugada sentados en un bordillo, pero no importa. Ni siquiera sé por qué sigo escribiendo en una habitación bajo la dictadura de un narcisista perro viejo. Ojalá las drogas fueran tan malas como todos dicen, eso querría decir que la gente no es tan exageradamente ignorante. Os odio a todos, sin excepción, y me odio a mí mismo más que a nadie.

Mis respetos a quien es capaz de cruzar el umbral y satisfacer sus necesidades con la probable oscuridad eterna, aunque el miedo le empuje, se requiere valentía y angustia. Un golpe certero es todo lo que necesito.

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