domingo, 26 de enero de 2014

Suicidio en forma de flor.

¿Cómo esconder la dura realidad frente a unos ojos que nunca parpadean?, es necesario conocer la oscuridad para brillar en la luz. No hablo de límites ni estadísticas, mi cerebro no entiende de dígitos, ni siquiera cuento las lágrimas que caen de mi ojos casi a diario. He perdido fe y he ganado aun más desconfianza, y desde que me levanto hasta que me acuesto no hay un solo motivo por el que seguir viviendo, ¿no significa entonces que algo va mal? No, lo siento, no puedo aceptar lo que esa zorra con diploma asegura de mí, porque si todas esas palabras que me designan como un simple niño mimado son ciertas prometo que ya he firmado mi sentencia de muerte, ¿hace cuánto?, ¿es posible que desde crío haya marcado mi inevitable final? Esta no es la vida que elegimos, pero es la que vivimos, y ya que desde que nacemos no tenemos control sobre nuestro destino yo quiero sobreponerme ante algo, al menos marcaré mi final.

Ah, divagaciones y pensamientos que se disipan, es como intentar ver el cielo en toda su dimensión, Dios existe porque el sentido de la concepción lo vemos a diario, pero no lo percibimos. Me odio a mí mismo y quiero morir, pero sólo si puedo ahorrar el dolor de mis seres queridos, si no fuera así moriría de pena después de muerto. Lo siento, he vuelto a rezar después de un año, tú siempre decías que las creencias no nos hacen débiles, pero confiar en la mentira es tan patético, y todo para salir de un pozo en el que yo mismo me encerré. Asomado al alféizar con medio cuerpo fuera atado a los barrotes con un hilo de pescar, invisible, impermeable, inhumano. Sonrisas que vacían su ira destilada en exclamaciones que grito hacia mis adentros, estas acaban pudriendo mi interior, quemando mis vísceras. Por favor, no quiero de nuevo que vuelva un Lunes depresivo, ni un Martes cansado hasta el agotamiento, tampoco un Miércoles que se trate de resolver por sí mismo con algunos gramos, ni Jueves ni fines de semana que prometan siete días próximos mejores que los anteriores, porque es mentira. Mi depresión un pestilente lubricante y con cada uno de mis textos avanzo unos pasos más hacia el interior de mi inconsciente, allá donde no encuentro más que dolor, viejas heridas que todavía no suturan.

Ojalá ignorara tantas cosas que percibo sin querer.

1 comentario:

  1. Te debo la respuesta a la pregunta que numerosas veces me formulaste. Te debo sinceridad. Un libro no se cierra bien cuando alguna de sus páginas está doblada.

    ResponderEliminar