jueves, 30 de enero de 2014

Hombre fuerte levanta si cae y pisa si le pisan.

La sombra de mis fracasos es alargada, tanto que temo que cubra mi camino durante el resto de mi vida. Vivir es posponer lo inevitable con tal de pasar cinco minutos más acurrucado entre las sábanas, qué triste es saber que todo tiene un final. Dos años malgastados, gastados al fin y al cabo, ¿quién dice que no podría haberlos empleado de alguna manera mejor? Siempre pensé que el camino al cielo no sigue una línea recta.

Sólo el hombre débil utiliza las excusas, y yo no sé si miento a los demás o a mí mismo para autojustificarme. Antes pensaba que mi sufrimiento me hacía diferente y que en el futuro recibiría alguna clase de compensación, un premio por un dolor que no busco pero tampoco rechazo; supongo que esa manera de pensar es lamentable y que la única recompensa que tendré será la muerte, que no es poco. "Ya llevas mucho tiempo así", como si fuera algo nuevo, mi estado normal es la depresión, y cuando estoy feliz no me siento yo. Este mundo no es para personas como yo, me destroza y a la vez me hace levantar del sofá porque todo genio es forjado mediante el sufrimiento, me da esperanzas. Persecución entre mi odio y mi futuro, heridas que no recuerdo haberme infligido, el día seis escribí en mi diario que no estaba preparado para volver a la rutina, ha pasado menos de un mes y siento haber envejecido tres años.

Estoy harto de esta depresión, y "¿quién carajos eres tú para rechazar mi don?", me recrimina la providencia.

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