jueves, 13 de noviembre de 2014

i am not like you anymore, thanks god

Hoy escribo desde el lugar más recóndito y profundo de mi megalomanía y egocentrismo. Hoy es un antes y un después (otro más), porque he vuelto a tocar fondo. Cuando alguien tiene la mala fortuna de cruzarse conmigo y mis reflexiones siempre acabo mal parado, porque es normal que se frustren ante mí, cuando a continuación de mostrarles la inmensa mentira que es la vida siguen intentando acercarme a su mundo de sombras, siguen intentando hacerme ver que formar parte del juego no es ni por asomo tan malo como pienso. 

Qué gran error. 

Ah, creer que la vida es un regalo (que por otra parte no recuerdo a ver deseado) y que por ello debe ser vivida con alevosía y adoración. Y yo me pregunto, ¿no es mayor la osadía de dios que mi desidia, cuando por alguna razón me trajo a este mundo dotándome de tal visión del mismo?, ¿no es acaso verdad que no existe el amor, que no existe el altruismo, que todo en lo que la humanidad se basa y cree que es oro no es más que una barata reproducción de un mundo ideal y completamente idílico y utópico? No se engañen, ser feliz es imposible, porque a las verdaderas injusticias que se disfrazan de evidencias nadie presta atención, y acerca de las banalidades que a diario nos hacen levantarnos de la cama no nos percatamos de la falsedad implícita, desde su concepción a su creación.

Me siento en soledad, porque nada es cierto, porque en este mundo de sombras que destellan y parpadean ni siquiera hay algo de sinceridad en las relaciones humanas, porque el amor no es más que una transacción de intereses. Juegos de cartas, amigos míos, juegos de cartas son todos aquellos placeres, sean del tipo que sean. Porque la vida no es un regalo, es un pago por el descanso infinito que nos aguarda.

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