martes, 4 de noviembre de 2014

Vosotros, malditos teóricos de la vida (que de algún modo u otro siempre insisten en la veracidad de la vida y en el deber en ser esta tomada), no digan que debemos vivir cada día como si fuera el último, porque si así fuera habríamos acabado antes de empezar. Gritan, especulan, ordenan y dictan; son aquella clase de personas que basan su vida en el sermón del buen vivir, es una curiosa ironía que malgasten su tiempo hablando del tiempo de los demás. Justicia poética, lo llaman.

Vivan y dejen vivir. Permitan que su compañero se arroje al vacío, si es su decisión, ¿acaso no fueron de las locuras donde surgieron las más altas genialidades? ¿Quiénes son ustedes para impedir que nadie se arroje al fuego de su virtud, o al infierno de su obsesión? ¿Quiénes son ustedes para pecar de osados advirtiendo este mismo pecado en sus semejantes?

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