lunes, 29 de diciembre de 2014

Close but never close enough.

Regreso de entre mis malos pensamientos, he estado largo tiempo tumbado sobre el musgo que crece en las rocas de mi interior, a veces afiladas como espadas a veces planas como una llanura. Si pudiera arrancar todas las plantas del mundo para dejarlo yerto y gris, lo haría, para mostrarte cómo me siento y cómo siento todo lo que me rodea. Tal vez esté divagando, y detrás del amor y todas aquellas cosas buenas que todos buscan no escondan dualidad, y el mundo no esté enfermo, y el enfermo sea yo. En cualquier caso persisto con mi lucha, una lucha de mí para mí, por eso yo no soy un asqueroso egoísta como el resto.

Que les jodan, la droga me ayuda a cambiar mi percepción, y sí, encuentro la lucidez compartiendo un húmedo sofá y consumiendo, por eso hoy no escribo nada de interés después de demasiadas horas de abstinencia. Y por eso hoy me encuentro más insoportable que nunca. Es curioso, como cuando antes no podía con el peso de mis hombros intoxicaba mis pulmones sin importar el precio a pagar, ahora huyo de la droga, y cuando no soporto la compañía de nadie me ahogo en mí mismo y no en hachís cortado con valium.

Aún con todo sostengo un seco cigarrillo entre mis dedos, una columna de humo púrpura se levanta ante mí con la presencia de un genio persa (como aquella vez), y me pregunto en qué mundo me encuentro. Cruzando la frontera por las madrugadas, y por las tardes emergiendo de mi capullo de sábanas, abriendo las puertas del castillo surge el olor a sudor. Pestilente aroma que me hipnotiza, que siempre está ahí para recordarme lo asqueroso. Todas mis pequeñas criaturas salen de las madrigueras, es la hora del almuerzo; cerca pero nunca lo suficientemente cerca.

No hay comentarios:

Publicar un comentario