martes, 19 de mayo de 2015

Hoy estoy sufriendo y el camello me da las gracias.

Se agradecido, pero no complaciente; se generoso, pero no idiota. Esta noche escribo simplemente porque el eco de experiencias pasadas reverbera hoy en mí con una fuerza descomunal que no me siento capaz de soportar, a continuación cedo como un dique y me refugio entre renglones. Es cierto, estoy terriblemente amargado, pero tú también lo estás; es un vano consuelo digno de reproche. Esta vez no voy a pedir disculpas por ser un vago, "tu actitud lo dice todo", al menos podré ahorrar saliva cuando en alguna futura entrevista de un trabajucho sin futuro mi jefazo me vea entrar por la puerta con unas desgastadas deportivas y las ganas de volver a casa cuanto antes pintadas en la cara.

Yo no busco convertirme en uno de esos matones, que abusan de otros chavales que no tienen ni media hostia encima al igual que sus padres alcohólicos hacían con ellos, son los clásicos que hablan de honestidad mientras sólo ven la paja en el ojo ajeno. En fin, no sé qué estoy haciendo aquí, esperar el amanecer una vez más quizás.

No hay comentarios:

Publicar un comentario