martes, 9 de agosto de 2016

Ese porro, ese pequeño trocito cuadrado de hachís cortado que encuentras sin buscarlo, que por casualidad ha llegado a tus manos en el momento más necesitado. Estaba allí, no fui yo quien lo colocó, tal vez sí, pero no recuerdo haberlo hecho. Es curioso, casi mágico, algo así como un regalo no intencionado de ti para ti desde el pasado al futuro-presente cercano. Como si te quisieras menos cada vez y a cada minuto estuvieras sesenta segundos más cerca de despreciarte por completo, porque sabes con seguridad que jamás nadie te hizo un regalo tan bello e inesperado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario