jueves, 24 de noviembre de 2011

No puedo dejar que me ahogues, me encantaría pero no funcionaría.

Se levanta cansado, ya no es la misma clase de dependencia, ahora sólo necesita abrazos y notar la presión de sus brazos en su estrecha cintura; de un modo único y memorable. Tal vez sea así porque tiene miedo, no sabe nada de besar. Asegura que si esta vez sale mal se morirá, menudo exagerado. Él siempre quiso ser un buen acompañante, pero se siente poco realizado. Quizás ya no sea poseedor, no está seguro, está miedoso. Verdad, convertida en inseguridad.

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