lunes, 6 de mayo de 2013

Übermensch.

Canto y fumo mientras la tristeza se disipa con el humo. Es tan complicado moverse por la emoción como hacen las ramas de los árboles por el viento. "Nunca cambies de acorde, me gustaría escucharte por siempre justo como estás sonando ahora", deseé, pero no tuve en cuenta las tormentas de arena, ni el ruido de los vehículos de la calle que entraban por la ventana de la habitación, ni pensé tampoco en las ganas de fumar que tendríamos más tarde. Así que me serví una copa más de vodka, por supuesto, y antes del final de la jornada ya me encontraba vomitando rodeado de gente extraña que se reía de mí. Pero nada importaba entonces, la maldita cabeza me daba vueltas, y entonces comprendí que estaba siendo mecido por el viento, justo como quería, pero no me pareció gran cosa. 

Mi abuso de las comas y de las drogas, para cuando me quise dar cuenta ya estaba demasiado sumido en ellas como me ocurrió con tantos amigos, pero no me importa ya. Escribo desde un futuro no muy lejano en el que Greg sigue vistiendo corbata a rayas y tocando en acústico, y flotando, y flotando. Sistemáticamente voy cayendo en pozos a los que la sociedad llama personas, que te proporcionan agua que acaba estancándose y pudriéndose y pudriéndote.

Soy tan feliz, tan jodidamente feliz que me asusta en demasía pensar en que ahora va tan bien porque parece que todo vaya a derrumbarse de un momento a otro, supongo que esta es la llamada estabilidad del bambú. No se asusten, todavía recuerdo el latín.

No hay comentarios:

Publicar un comentario