miércoles, 1 de mayo de 2013

¡Oh capitán mi capitán!

Me cansé de la estrategia y la histeria adolescente, y no soy más que un crío. Él se sentaba en frente de mí y me relataba sus batallitas, bien me contaba sus antiguas vivencias dolorosas o bien se dedicaba a hablarme sobre la mente femenina. Y ahora que se ha ido me siento indefenso por no poder contarle mis problemas, porque ciertamente solo hacía eso; me escuchaba. Tanta es la frecuencia con la que me siento solo últimamente, que el mundo se me cae encima mientras me pregunto qué se supone que hacen los perdedores como yo en estos casos.

Cuando salí de su consulta por última vez (la última vez...) y con lágrimas en los ojos, me dirigí para desayunar a un bar al final de la calle, y cuando estuve en el servicio lavándome las manos me miré en el espejo y sin esperarlo mi boca dibujó una sonrisa, era yo mismo sonriéndome, sonriéndome sinceramente por primera vez. "Manuel, ya podemos darte de alta", decía con una sonrisa jodidamente satisfecha en su cara, "Intenta ser feliz, en la medida de lo posible", y reímos. 

¡Oh capitán mi capitán!, estamos tan solos en este Universo hueco que me da miedo pensar en lo insignificante que somos todos y Dios probablemente incluido, él se debe sentir como el científico superado por su propia computadora.

1 comentario:

  1. Nunca se me había pasado por la cabeza la idea de un dios superado. "él se debe sentir como el científico superado por su propia computadora." Genial! Tambien me quedo con esto: "el mundo se me cae encima mientras me pregunto qué se supone que hacen los perdedores como yo en estos casos."
    Cuando todo se viene abajo pienso exactamente lo mismo! Un saludo, magníficos tus textos. Un apoyo diario. Un plus.

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