lunes, 25 de abril de 2016

A veces resulta duro analizar tu situación, intentar encontrar la motivación que te empuja a estar triste y encontrar un vacío gigante, y no es que tenga razones para estar de bajón, es que no encuentro motivos para no estarlo. Me gustaría adelantarme a los acontecimientos, huir con tiempo de sobra de la descarga que agita mi cuerpo, accionar el mecanismo de la depresión y salir a toda hostia de la habitación dando un portazo. Me gustaría hacerlo cada domingo, en serio, contemplar desde el aparcamiento arder el edificio con todo ese humo negro ascendiendo hasta el cielo y los alvéolos de Dios. 

La esperanza, pienso en ocasiones, es el salvoconducto de los débiles para peregrinar de un lugar violento a otro apacible sabiendo que incluso en el desierto llueve de vez en cuando, aunque tampoco creo en las estadísticas lo único seguro en la vida es que te ocurrirán desgracias. Aparte de la muerte, el premio es la abstinencia. ¿Piensan ustedes en el número de muertos que generan sus estilos de vida?, quiero decir, para que puedas conducir tu carro o alimentarte con productos envasados hay gente que está muriendo literalmente, y se preocupan por el estado de la nación o el maltrato animal, es como coser una herida en el brazo propinando puñaladas en el abdomen. Puta ignorancia, ah, se esforzaron por ser como todos los demás y compartir cada pedacito de sus cuerpos y sus menudas psiques y ahora quieren volver a ser animales, no, eso no es ética, es pura estupidez humana.

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