domingo, 10 de abril de 2016

El otro día fue el día más feliz de mi vida, tenía que contener las ganas de saltar y explotar de la ilusión con tal de no mancharlo todo de sangre. Fue la primera vez que tuve que hacer un esfuerzo para relajarme porque mi cuerpo estaba sufriendo una sobrecarga de felicidad, respirar y cerrar los ojos porque estaba motivado, me ardía el pecho, la luz me había encontrado. Cuando pasaron menos de veinticuatro horas volvía a sentirme como en cualquier otro momento de cualquier otro día perdido en el mar de números del calendario, pensé que duraría para siempre. Fui iluso, lo sé, incluso hipócrita, yo que siempre alabo la misera y el dolor que un hombre debe de sufrir para pulir su diamante interior, al mínimo sorbo de buenaventura me hago adicto a ella. Hoy en realidad me encuentro bien, sólo que mañana es lunes, y con él regresa ese eterno ciclo del que nadie parece cansarse: madruga, trabaja, come, mira un poco la televisión, duerme y vuelta a empezar, con una excepción cada fin de mes, toca desembolsar. Imagino tu cara y pienso, joder, qué estúpido soy, el universo trabaja extraoficialmente para unirnos y yo aquí rascándome le agujero del culo con cara de imbécil, miro mis manos y me pregunto qué haré con ellas que sea recordado. En algunos momentos me he cansado de estar cansado, me tumbo sobre la hierba con las arañas y las hormigas, me enseñan un mundo diminuto que no tiene cabida en nuestros obtusos cerebros, me dicen "todo va bien colega, si a ti no te importa, ¿a quién le importa?". Doy una calada más, el equivalente a estar un minuto más cerca de la muerte, pero no tengo prisa por morir, yo ya nací viejo, soy fuerte, criaron veinte años a un niño que nació muerto y ahora no ven el momento de que sea el entierro.

Una vez lo posees ya no es tuyo, tú le perteneces; mañana voy a mentir otra vez, que mis muertos me perdonen, me acostumbré a estar en el fondo, a ir y venir, a hacer breves visitas cada vez más constantes. No puedo apartarme de la oscuridad, quiero alumbrarla, froto mis manos para que el roce desgaste mi piel, quiero llegar al hueso, que de la fricción surjan chispas, buscar el fuego, matarme en vida.

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