miércoles, 31 de enero de 2018

This is a good one

Si me va mal en la música me va mal en todo, si me falta no soy nadie, si no la comparto me vuelvo extraño. Cualquier otra cosa podría escasear y podría afrontarlo, y con tiempo superarlo incluso, pero si no hago música a raudales hasta que me salen corcheas por el culo entonces no soy yo. Y hasta que no estoy hasta los cojones de tocar  y tocar día tras día y me canso de todo no quedo satisfecho, mientras no consiga ese estado soy pura mierda, tóxico y exageradamente aburrido. Mi más grande y jodida dependencia de la que no puedo ni quiero librarme, la que me arranca el tiempo, la que como energía divina del manantial yo me nutro y dependo y por lo tanto me obliga a vivir a merced de la voluntad de las musas que me permiten captar la música que interpreto. Así racionan los espíritus de otras dimensiones lo que aquí llega, ya que la música no fue inventada sino descubierta, y todo intento por nuestra parte de crearla es vano porque no hay nada que crear, todo ha sido creado ya. El proceso creativo consiste en la captación.

Vivo para la música a cada segundo sin saberlo, esa música que me hace ser agresivo o compasivo, y no soy un gran estudioso o virtuoso, simplemente tengo demasiada curiosidad. También necesidad hacia esa curiosidad, también necesidad hacia algo que tan fácilmente me evade de todo. Gracias a ella me transporto en alma y mente a lugares lejanos, en una ocasión llegué a uno de los anillos exteriores de Saturno.

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