jueves, 26 de septiembre de 2013

¡Claro que he cambiado!, lo triste sería no hacerlo.

El conocimiento que busco es el absoluto, aunque a la más iracunda locura conduzca, estoy dispuesto a entregar toda mi cordura como sacrificio y agradecimiento por tal don aunque signifique mi fin. No hay nada más patético que la especie humana, tan jodidamente condicionada por sí misma; pues alcanza a comprender que la mayoría de las cosas no las puede comprender, y no hay nada más frustrante que conocer tus propias carencias y no poder hacer nada para solventarlas. Vivir como un ignorante puede tener justificación si se es inconscientemente, ¡pero el ignorante que se tapa los oídos para no conocer las cosas que sabe que le dañarán es un maldito cobarde, un traidor, un pusilánime, un desertor de la especie humana! El hombre, cada individuo de la Tierra debe utilizar el pensamiento para razonar y plantearse preguntas, aunque de las cuales la mayoría no pueda encontrar respuesta. Mas la vida es eso, cuestiones sin contestación, pero en absoluto ello quiere decir que los humanos no debamos esforzarnos en buscar soluciones inconcebibles presionados por la idea de que no podemos ver más allá de adónde llegan nuestros brazos extendidos.

Cada humano debe despojarse de las cadenas que la cultura le coloca en las muñecas y tobillos atornilladas con grilletes para poder volar y ver la tierra desde el cielo, desde una perspectiva distinta. Arrojar por la borda todo pensamiento heredado y aceptado sólo porque es parte de la tradición. ¡Yo digo, muerte a Dios!, porque aun en el caso de que exista no nos vale en absoluto por su ausencia, por eso cada hombre debe ser su propio Dios.

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