martes, 17 de septiembre de 2013

Confiando poco en todo porque todo casi siempre falla.

La felicidad no es un estado anímico para mí, es algo más, es un reto. El cambio, y tan repentino, se me atraganta, ni si quiera baja por mi esófago, ¿cómo voy entonces a digerirlo? La rutina de siempre es una de esas cosas que no sabes cuánto la valoras hasta que la pierdes, jamás imaginé que podría extrañar la mía. No paro de pensar en todas esas risas de las que me estoy privando por elegir un camino difícil, pero que por otra parte es el único viable para mí. No pienso en el sexo ni tampoco en la droga, no pienso en mis antiguos amigos ni en las mentiras piadosas de pater; estoy tan jodidamente encerrado en mi propio auto-convencimiento de que todo irá mal con respecto a este nuevo día a día que no puedo pensar en el resto de cosas que me afligen, todo tiene su lado bueno.

Doy gracias a diario a la providencia por esas personas que aun me hacen pensar que la amistad no es una utopía sino una cumbre que se escala tan fácilmente como se baja rodando.

Charlie - Martini

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