viernes, 10 de junio de 2016

Agarrar los sentimientos puñado a puñado y arrojarlos al interior de alguna fosa perdida de mi subconsciente. He pensado en eso. Cuando estoy triste y lo único que me apetece es permanecer sobre la cama pienso en todo el tiempo que malgasto reprimiéndome, pero también pienso en que la mayoría de rocas de mi camino han sido siempre demasiado grandes. He pensado en muchas cosas.

Ante la soledad me encierro en la música o en la literatura, tengo en mi mente a esos grandes hombres de la historia que no fueron corrompidos por el dinero o el poder, y que aún después de muertos continúan siendo unos marginados por la gran mayoría.

Cada día que empleo en la tristeza es un día perdido, antes me tumbaba sobre el colchón y me complacía ver el mundo arder desde allá, ahora me resulta demasiado incómodo. Tal vez sea por la ansiedad, los asuntos que realmente joden el alma vienen acompañados por la ansiedad. Tampoco tengo mucho que hacer, así que paso algunos días solo acompañado de mí mismo, otros en compañía de otras personas pero también solo. No me aburro de mí mismo, eso es una gran virtud, encerrarte en tu habitación te hace dialogar con las paredes, ellas te conocen muy bien, se puede aprender mucho de alguien cuando le ves dormir. Ellas me lo cuentan todo cuando las escruto por las noches. Estás hecho una mierda, colega. Son sinceras y es de agradecer.

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