domingo, 5 de junio de 2016

Me siento cansado, la rutina de madrugar que durante la adolescencia me había convertido en un depresivo pasivo ahora no me entristece, simplemente me hace focalizar mis energías en objetivos vacíos carentes de toda trascendencia para el engrandecimiento del espíritu. Poco a poco voy tolerando menos a las personas, me encanta sociabilizar con ellas, pero pasado un tiempo inexorablemente me conjuro a la soledad. No sé si se trata de ellos o de mí, por mi parte al menos nunca trato de encontrar en ellos nada que no estén dispuesto a darme, y cuando lo hago da igual de quien se trate, siempre acabo fallando. Por eso siempre me retiro en silencio, ahora tengo mucha menos compañía y me cuenta encontrar a quien le guste tanto como a mí visitar lugares en los que no vendan nada o vendan cosas sin valor aparente. Lo sé, estar solo es el precio. Aun con todo no desisto, llevo semanas sin escribir y esta es la única mierda que puedo sacar, está bien, no hay que pedirle peras al olmo.

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