lunes, 17 de junio de 2013

La ciencia matará a Dios.

Desde sus albores la humanidad se ha apoyado en las figuras de entes superiores llamados dioses, a los que se les ha otorgado poderes absolutos, ello ha generado miles de guerras y muertes. Algunos filósofos defienden la existencia de Dios o providencia por el mero hecho de que tal sentimiento viene tan arraigado en el ser humano hasta el punto de considerarse instintivo. Esto no quiere decir que Dios exista, y que en el caso de que lo hiciera, se deba preocupar por la raza humana. ¿Por qué un ente todopoderoso iba a interesarse por la humanidad que no es más que un grano de arena dentro de este Universo infinito?, ¿y por qué íbamos a tener que rendirle culto? La especie humana se siente expuesta a una soledad absoluta, cada miembro tanto de manera individual como colectiva, esto alienta la necesidad de apoyarse en un pilar que nosotros mismos construimos llamado religión. De la misma manera en la que lo hacen los niños pequeños con los amigos imaginarios.

Durante la historia el ser humano ha dado explicación a sucesos naturales mediante la existencia de Dios o dioses que nos sometían y condicionaban. La ciencia progresivamente ha ido poniendo entre la espada y la pared a Dios, ya que ha dado explicación a los misterios que la religión ha estado tratando de justificar durante milenios. Cuando la ciencia revele todos los secretos del cosmos, la religión habrá de morir.

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