Sincerarme es mostrarme débil. Soy culpable de odiar a personas por los sentimientos que me provocan cuando el problema suele venir de mí. Cuando en cuestión de días siento nuestras conversaciones como si fueran con un desconocido, tal vez se deba a la inseguridad o a la paranoia. Todo el mundo busca algo que llevarse a la boca, y yo te encontré a ti, creo que fue durante la víspera de Verano, no lo sé, íbamos muy colocados. La droga une a personas y unió nuestras manos. Temo a estar sintiendo ahora mismo ese miedo que me coarta y desestabiliza sin saberlo, quiero disfrutar este tiempo tranquilo y no darle mayor importancia a los dilemas, pero no paro de pensar en tus maneras de hablar y en tu extraño vocabulario.
No quiero ser uno de esos adolescentes atormentados por problemas banales con soluciones simples que ni siquiera quieren ver. Quiero disfrutar un poco más del agradable tiempo mientras permanezco en el ojo del huracán, porque es mucho más sencillo si te sientas esperando viéndolas venir.
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