martes, 4 de junio de 2013

Nihilismo como método para romper las cadenas de la moral impuesta.

Esta mañana salí de casa totalmente convencido en mis nuevos motivos para deprimirme. No dormí casi nada y me daba la impresión de que lo que me esperaba era el mismo día disfrazado de uno nuevo. No importaba si cogía el autobús a tiempo para llegar puntual al instituto, no importaba mirar hacia el frente para no chocarme con ningún obstáculo, ha sido una de esas mañanas en las que escucho Agorazein y me dejo llevar por los versos de poetas casi anónimos.


Después de algunas horas marché antes de tiempo de las clases porque no quería pasar más rato soportando las conversaciones banales y las preguntas indiscretas. Iba caminando solitario por la calle de regreso a casa escuchando a Los Putos Monos, y una mujer inválida, que conozco de vista desde hace años, se ha cruzado conmigo. Dio la casualidad de que justo en ese momento ella tropezó de alguna manera y cayó al suelo fuertemente, podría haberla ayudado, pero no, sólo lo habría hecho si continuara sometido a la antigua moral que creía haberme impuesto yo mismo. El altruismo no existe, lo tengo bien claro desde hace mucho, ¿por qué iba entonces a prestar ayuda a una persona de la que no voy a sacar ningún beneficio, ni siquiera el de la mera satisfacción? Si Dios no existe que se follen a la cortesía, que se follen al Karma, a partir de ahora viviré libre.

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