Esos muchachos que viven bien aceptando sus limitaciones y amando sus propios defectos, ellos son libres. Consumen, son adictos y no les importa enrollarse con la pava menos indicada o meterse con el tío equivocado. Una generación perdida, harta de escuchar los mismos sermones de sus padres, que nacieron enfadados y no saben por qué, y sobre todo incrédula; tan jodidamente incrédula.
Un chaval dice al otro "Saca otro cigarro", las primeras dos caladas son sagradas, como las del primer porro antes de colocarte. Muchas personas criticarían estas líneas que tal vez para otras pueden expresar bien lo que sienten. Esa rectitud es la que repudio y la que cobra la propia capacidad de decidir, el conocimiento proporciona libertad y ésta conduce a la felicidad, el conocimiento genera cambio y el cambio incertidumbre, pero ésta no es más que la diferencia de temperatura de agua fría a agua caliente. Conservadurismo, moralismo, vergüenza... son los nuevos o verdaderos pecados de la humanidad, que por otra parte la propia sociedad se encarga de imponer así misma gracias a su tan occidental individualismo.
Y la gula, ¿qué me dicen de la gula?, de la gula de comprar artículos que ni siquiera necesitamos, de consumir drogas porque sí o practicar sexo porque haces más caso a la caja tonta que a tu propia madre. Como si fuera poco nos coartan con horarios y precios altos, anulan nuestra libertad individual con cámaras y se limpian el culo con nuestra confianza depositada en ellos por obligación. Nuestras manos están manchadas con el sudor de miles de críos vietnamitas explotados por la clase dominante. Nunca confíen en ninguna forma de gobierno pues el poder destruye los cimientos morales del individuo y lo corrompe por completo, como el amor.
No creo en una constitución que firmaron tipos con los que no tengo nada que ver hace décadas, no confío en un sistema tan materialista ni en una moral tan espiritual. Una generación sin fe, que vive enfadada y no sabe por qué.
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