lunes, 7 de octubre de 2013

Oh grandes padres, que después de haber sembrado frutos escogidos sobre un planeta árido e inculto, nos habéis abandonado como flores sin rocío. Guardianes de una tierra en crecimiento, llegue hasta vosotros este canto de espera y dolor: las mieses ya están maduras, los árboles han crecido y han producido en abundancia; nuestro deber ha terminado. Los hijos de nuestros hijos, nacidos en el surco de una tierra extranjera olvidarán vuestra promesa. Pero nosotros, fruto de la sabiduría llegada del cielo, no hemos borrado de la mente el rostro de nuestros padres, y cada día y cada noche que este planeta concede, escrutamos atentos las nubes esperando veros volver sobre los carros de fuego a recoger lo que habéis dejado.

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