domingo, 13 de octubre de 2013

Suicídate, harás de ese día el mejor de tu vida.

¿Cuántas veces he pensado en lanzarme al vacío?, las mismas que he cerrado la ventana y tratado de ocupar mis pensamientos en otro asunto que no sea la muerte. La autocomplacencia es un don que no puedo ostentar porque solo podría comprarla con mi propia sangre, y tal vez sea un precio demasiado alto. A un lado quien realmente soy, y a otro como supongo que los demás me ven; pero es todo un espejismo, yo no soy nadie. Los excesos acaban dejando un sabor agridulce en mi memoria, porque al fin y al cabo cuando el día amanece todo lo ocurrido en la noche anterior ya no son más que recuerdos. Temor a no poder disfrutar las primeras veces, porque no se disfrutan tanto como se espera, simplemente uno espera estar a la altura. Tan sólo el día en el que decida sobre la vida de alguien saludaré a Dios porque entonces estaré a su altura, la del betún. Soportar día a día el peso del cielo no tiene mérito, si como yo, permanentemente te encuentras en ruinas. Nunca dije que mereciera una recompensa porque jamás he pensado que la mereciera, pero no ocurre igual con los castigos, soporto la penitencia de sufrir por las cosas que más amo. Si vuestro Dios existe, ¿por qué nos trajo a este lugar bajo sus normas y nos creo propensos a quebrantarlas?, si vuestro Dios no existe estáis malgastando lo único que tenéis.

El desierto al que mi nihilismo me arrojó no es de arena y caluroso como el Sáhara, ni de hielo y frío como El Polo Sur, tampoco árido y estéril como como la estepa mongola; es simplemente un vacío infinito creado por nadie en el que solo hay cabida para la reflexión y la soledad. Si quiero morir no es porque espere algo mejor, sino porque espero algo, que puede ser la nada, que me libre de este sufrimiento angosto.

1 comentario:

  1. No sigas la costumbre, el nihilismo es en realidad un paraíso.

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