jueves, 3 de octubre de 2013

Te suena el cencerro, está llamando a tu puerta el THC.

Me rajo la piel por dentro con cada pensamiento lógico que me arrastra a la locura, a las ganas de destrozarme con un bate. No es su culpa, ¿cómo iba a culpar a nadie por vivir su vida?, me odio a mí mismo y desearía poder morir cuando quisiera. Gracias por matarme, ¿qué tienes que decirme?, difícil estar firme con tanta pastilla en sangre. No voy a levantarme, entiéndelo compadre, no hay nada que me haga despegar; al menos dentro del pozo hacía calor. A veces me paso el día con eso en la cabeza, con las mentiras, ya sabes. 

Gracias por mirarme.

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