miércoles, 18 de mayo de 2011

Edmund.

Lo siento, siento no haber pasado más tiempo contigo, por no haber insistido más en ir a verte a tu casa. Tú, que siempre nos visitabas cuando tu esposa aún vivía, cuando aún tenías fuerzas en tus viejas piernas de extranjero. ¿Por qué no decirlo?: me encantaba tu generosidad al darnos el aguinaldo de cada navidad, tus regalos de siempre... aquí mismo tengo uno, a mi lado, lo estoy cogiendo, ese coche; el furgón de policía, ese regalo y muchos más recuerdo. Recuerdo cuando tu lánguida piel era besada por mí, a mí no me gustaba; pero ahora devolvería todo el dinero que me regalaste por hacerlo de nuevo. Adoraba y admiraba tu entereza, tus ganas y esfuerzos por entender y hablar nuestro idioma, realmente lo siento. Admiraba tu forma de ser, sé que eras fuerte; aunque realmente te recuerdo sólo cuando ya eras viejo. Yo sé que nunca hemos conectado demasiado; pero supongo que me querías al menos tanto como yo a ti, que no era poco. Cuando cada vez que nos veíamos en tu casa después de meses yo estaba tan cambiado por mis estrafalarios peinados y mis extravagantes cambios de estética yo pensaba: "¿qué opinará de mí? probablemente pensará que soy gilipollas y un cani, ja ja", eso me hacía reir. Dónde quiera que estés, si están los demás diles que les quiero, que siento no haber rezado por ellos y que lo haré enseguida.

Si está María dile que la quiero y que lloré, que si me vió lo siento, que yo no era más crío; más crío aún que ahora, que recuerdo cuando la visitábamos y yo jugaba con su plumero, cuando jugaba con los muñecos y juguetes que tenía exclusivamente para mí; aunque yo sea gilipollas la recuerdo y la quiero un montón. Si está Consuelo dile que aunque acabamos mal, enfadados porque su actitud nunca me ha gustado, que la quiero mucho... que nunca he derramado lágrimas por ella; pero que lo hago ahora, que recuerdo las tardes en su casa, todos; la familia, la butaca, ella cosiendo... las Navidades no serán lo mismo sin ella, lo siento, la quiero. Si está tu esposa... por la que ni me inmuté cuando me enteré de su fallecimiento, dile que ahora sí me inmuto y me duele, siento haber roto sin querer el último regalo que me hicísteis. La quiero, te quiero, os quiero.

Mi memoria existe, mis recuerdos vivirán siempre y tus regalos en la gloria, serán la salvación del maldito infierno donde habito.

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