domingo, 19 de febrero de 2012

This is the place.

¡Ah Princinpito! Poco a poco comprendí el motivo de tu melancolía. Desde hacía tiempo no habías tenido más distracción que la de observar la dulzura de las puestas del Sol. Ésto lo supe en la mañana del cuarto día, cuando me dijiste:
- Me gustan mucho las puestas de Sol. Vamos a contemplar una...
- Pero hay que esperar...
- Esperar, ¿qué?
- Esperar a que el Sol empiece a ocultarse.

Al principio te sorprendiste, pero después de reíste de ti mismo y me dijiste:
- ¡Siempre creo estar en mi planeta!

En efecto, cuando es medio día en Estados Unidos, todo el mundo sabe que en Francia es el atardecer. Bastaría trasladarse en un minuto a Francia, para asistir a la apuesta del Sol. Desgraciadamente Francia está demasiado lejos. Pero en tu pequeño planeta, te bastaba con mover tu silla unos cuantos pasos para deleitarte con el crepúsculo cada vez que lo deseabas...
- Un día vi ponerse el Sol cuarenta y tres veces.

Poco después añadías...
- ¿Sabes...? Cuando uno está muy triste son agradables las puestas de Sol.
- Entonces, ¿el día que viste los cuarenta y tres atardeceres estabas muy triste?

El Principito no me respondió.

No hay comentarios:

Publicar un comentario