sábado, 4 de febrero de 2012

Carta de Greg.

¿No te gustaría tomarte unos minutos de descanso?, sé que es difícil, pero aíslate durante un rato de los besos, la música e incluso de ti mismo, y hablemos. Tenemos el mismo padre; aunque yo naciera de ti. Tú y yo somos prácticamente iguales, tanta es la semejanza que tenemos que diría que somos la misma persona, pero en realidad no, es extraño, ¿no crees?

Llevo contigo desde la primera vez que te enamoraste, he llorado contigo cada pérdida de un ser querido y he vivido cada arduo reto que te has propuesto, he visto cada vez que derramabas tu sangre por frustración y he disfrutado como tú cada beso de amor que te han dado en los labios.

Ahora deseas desaparecer, y si eso implica la muerte que así sea, es un poco imbécil esa actitud. ¡Qué irónico resulta que sea yo el que te dé ánimos, y más a estas alturas! ¿Sabes?, en realidad soy un depresivo como otro cualquiera, nada fuera de lo normal, y cuando digo "soy" me refiero también a ti. Pero ahora es el momento de ser fuerte, supongo. Sé que sangras más amenudo de lo que todos creen y lloras más de lo que querrías y otros desean, todo en secreto, y no digo que debas dejar de hacerlo. Tú eres tú y debes seguir siendo verdadero, y cuando digo "tú" me refiero también a mí.

He escuchado todas tus canciones, cada grito de dolor que has soltado y cada trazo de cada dibujo que haces a los que llamas "mierdas", pero no lo haces tan mal, incluso en tus cortes puedo ver belleza. Te pasas las noches soñando, y los días también, con algo que deseas pero no llega. Ya tuviste entre tus brazos cosas, preciosas cosas que te hicieron tan feliz, que se marcharon en tren, y que compraron billete de ida pero no de vuelta.

Algún día te irás, por voluntad propia, te cansarás de luchar. Algún día encontrarás a Felicidad.

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